Papeleo
¿Quién no ama ese adorable mundo que es la burocracia? Hacer cola, fotocopias, ir tres veces al mismo sitio porque los funcionarios no se aclaran con lo que tienes que entregar... Mi último contacto con este fantástico universo fue hace un par de semanas, cuando tuve que pasar una mañana entera correteando de un edificio público a otro para entregar impresos. Una mañana interesante. Primera parada: Oficina de Empleo. Objetivo: Darme de alta en el paro. La Oficina de Empleo es como una pescadería. Entras, coges número en una maquinita de ésas que escupen tickets, y te sientas a esperar a que te llamen. Cutre pero eficaz, ¿no? Pues no. Bueno cutre sí, que a ratos tienes que hacer memoria para saber si ibas a buscar un documento o medio kilo de merluza congelada; pero la eficacia se evapora en el momento en que se escucha: - ¿Quién vaaaa? ¿Cómo qué quién va? ¿Para qué leches he cogido yo el papelito éste con un número? - Eh... Tú llegaste antes que yo, ¿no? - No sé, ¿tú qué número tienes?...