domingo, octubre 20, 2019

Estafadoras de Wall Street: bailarinas de guante blanco

El 8 de noviembre estrenan en España Estafadoras de Wall Street (Hustlers, Lorene Scafaria, 2019), una mezcla de géneros con Jennifer Lopez al mando -aunque técnicamente Constance Wu sea la protagonista- que cuenta la historia de un grupo de strippers de altos vuelos que deciden hacer ciertos ajustes a su modelo de negocio cuando la crisis económica empuja a los magnates de Wall Street que conforman su clientela habitual a una austeridad forzada.

Estafadoras de Wall Street (Hustlers) - Cartel

Sin mucho rodeo os puedo decir que la película me ha encantado. Esto ha sido en parte  por el apartado técnico, que me ha parecido estupendo: las interpretaciones son maravillosas (lo poco que me gusta a mí Jennifer Lopez y aquí está perfecta), su estética a ratos es súper hipnótica, el argumento está bien construido y es primordial pero sin dejar de lado la importancia y profundidad de los personajes, y hasta los técnicos de sonido son dignos de mención por utilizar ciertos recursos que mejoran la atmósfera y dan realismo a la narración; así que todo más que correcto.

Constance Wu (Destiny) y Jennifer Lopez (Ramona)

Pero al margen de lo técnico, Estafadoras de Wall Street me ha parecido fabulosa porque lo que parece un videoclip largo con Lopez y Wo dando vueltas en una barra americana es en realidad un estudio sobre amistad, familia, economía y límites morales, que nos abre las puertas a un club de striptease en el que las trabajadoras son mujeres inteligentes que están ahí no por desesperación sino porque les gusta el dinero y el glamour (tengamos en cuenta que en un buen club una stripper no es más que una bailarina y gimnasta que lleva poca ropa pero a la que nadie le pone una mano encima). No hay ni un cliché: no hay mensaje anti abuso porque las mujeres tienen el control en todo momento -hay excepciones en las que no voy a entrar, pero todas vienen a cuento-, no se recurre a la sordidez que se suele asociar a este tipo de escenarios, las trabajadoras no compiten entre sí sino que son prácticamente una familia, los desnudos están reducidos al absoluto mínimo y siempre con el propósito de proporcionar realismo, la presencia de drogas es anecdótica y un largo etcétera.

Jennifer Lopez (Ramona)

Además tiene ratos muy divertidos (encantadora Lili Reinhart en el papel de Annabelle, que en medio de cada escena estresante se pone a vomitar y a disculparse), incluye papeles pequeños y cameos interpretados por conocidas estrellas de la música (Cardi B, G-Eazy, Lizzo, Usher) y está basada en un artículo real*, que siempre hace el asunto más emocionante.

Total, que la veáis sin duda, que os lo vais a pasar bien.

También os digo que ojalá deshacernos del estigma social de la barra americana, con lo que mola eso.


*El artículo es larguísimo pero muy interesante y podéis leerlo en inglés aquí. De él he aprendido que el título de la película, Hustlers, que significa "estafadoras", es una referencia al significado de la palabra pero también al hecho de que el club en el que se basa la historia real se llamaba "Hustler". Traducido al título español se pierde la doble connotación, pero en inglés está bien traído.

lunes, octubre 14, 2019

No entiendo lo del género no binario

Hace no mucho empecé a ver en internet a jóvenes hablando de que no se sentían identificados con el género masculino ni con el femenino, pasando a definirse a sí mismos como personas no binarias. El pasado septiembre, por ejemplo, el cantante Sam Smith anunció que ya no quería que se refiriesen a él como "él", sino como "ello". Bueno, algo así, es que no tiene traducción al español, pero en inglés se puede utilizar "they" para hablar de una persona en singular sin especificar su género:



Por lo general apoyo que cada uno haga lo que quiera con su vida mientras no haga daño a nadie, pero no acepto normas ni peticiones a las que no les veo sentido, así que con este tema estoy muy dividida.


Qué distingue a un hombre de una mujer

Cuando empezó todo esto pensé que eran cuatro pesados con unas ganas locas de llamar la atención y no les hice mucho caso. Luego vi que las referencias a este asunto aparecían cada vez más a menudo y me empezó a incomodar la idea de desacreditar un concepto que no entendía, entre otras cosas porque me daba la impresión de que estaba adoptando la misma actitud que se tomó hace treinta años con la homosexualidad. Y los homófobos me caen regular. Así que pensé que podía darle una oportunidad al concepto, porque a lo mejor sí que hay hombres, mujeres y otra cosa distinta que yo todavía no entiendo.

Bueno pues estaba yo en pleno proceso de incluir el género no binario en mi diccionario mental cuando leí un tweet -que no soy capaz de encontrar- que me hizo pensar. Exponía varios puntos interesantes, que voy a combinar con los míos para que entendáis por qué me tengo este follón:


1. Una mujer no tiene por qué realizar actividades que están asociadas a un rol femenino. Coser, cocinar, tener hijos, ser cariñosa, ser dulce, limpiar, no decir palabrotas, preocuparse por su imagen, enamorarse de hombres; no se es más ni menos mujer por hacerlas o no hacerlas, o por querer o no querer hacerlas.


2. Una mujer puede realizar cualquier actividad que esté típicamente asociada a los hombres. Conducir camiones, ir a clases de boxeo, acostarse con mujeres, montar bronca. De nuevo, no se es más o menos mujer por hacer estas cosas más, menos, o no hacerlas en absoluto. Las limitaciones se reducen a lo puramente físico (una mujer no puede dejar embarazada a otra mujer, a menos que hablemos de un transexual nacido hombre y convertido en mujer) y en general hay diferencias de fuerza, pero dado que también hay mujeres enormes y/o muy fuertes y hombres muy pequeños/débiles, tampoco esto es un absoluto.


3. Una mujer no tiene por qué haber nacido mujer. La cirugía permite convertir -parcialmente de momento- un cuerpo masculino en uno femenino, e incluso sin operaciones de ningún tipo un hombre puede decidir que se siente mujer y en mi opinión -y aquí cada uno piensa una cosa- eso es suficiente para establecer su nueva condición (excepto para algunos casos con connotaciones legales o que puedan estar dirigidos a aprovecharse de otras mujeres*).


Entonces, preguntaba el tweet, ¿en qué demonios consiste ser una mujer?

A mí esto me dejó un poco tonta, la verdad. Si yo puedo hacer lo que quiera, sin tener en cuenta si mi comportamiento muestra o no femineidad, sin que eso afecte en absoluto a mi condición de mujer, ¿entonces cuáles son las características que me diferencian de un hombre? Cambiando el 100% de mis comportamientos seguiría siendo una mujer igualmente.

Es por el cuerpo, podemos pensar. Tengo útero y media colección de Women'secret, así que ahí está la respuesta.

Pero una mujer que nació siendo hombre y que no tiene dinero para cirugías tiene un cuerpo puramente masculino y no por ello es un hombre. Igualmente, una mujer que por razones médicas no tiene útero, ovarios, pechos, lo que sea, sigue siendo una mujer.

Entonces el cuerpo no parece un gran indicativo tampoco. Si trasplantaran mi cerebro al sistema operativo de una termomix yo seguiría siendo una chica. Solo que ahora sabría hacer croquetas.

Y me quedo sin diferencias. No entiendo cuál es la definición de mujer, y obviamente y por extensión tampoco entiendo cuál es la definición de hombre.

Comprendo la separación fisiológica; a nivel biológico está claro lo que diferencia a los dos grupos, pero aquí estamos hablando de género, no de sexo. De por qué me identifico yo con ser una chica y no con un señor o con un ficus.

He pensado mucho en esto y, aunque no tengo las ideas claras, he llegado a algunas conclusiones.


El género es un espectro

Creo que toda la vida hemos tenido una caja para los hombres y otra para las mujeres y tú te apañabas como pudieras metiéndote en una de las dos aunque tuvieras que entrar a presión y te hicieran daño las paredes.

Y eso ya no es así.

En las últimas décadas las diferencias entre lo masculino y lo femenino se han ido diluyendo cada vez más, y ahora una esposa puede ganar más que su marido y un adolescente decidiendo que quiere usar maquillaje ya no supone una paliza o que le echen de casa -con unos padres inteligentes, se entiende-. Los géneros masculino y femenino ya no son dos parcelitas colindantes, ahora son un espectro.

En un lado de este espectro está el extremo femenino con sus recetas de cocina, su deseo de tener hijos, su emplear media hora todas las mañanas para plancharse el pelo y así atraer a más hombres guapos, su intento constante de evitar conflictos utilizando la sumisión como herramienta.

En el otro lado está el extremo masculino con sus películas de tiros, sus partidos de fútbol, su eterno esfuerzo por no mostrar sentimientos, su constante sexualización de las mujeres.

Entre estos dos extremos están todas las cosas del mundo, las buenas y las malas, situándose en medio las que no pertenecen a ningún género en particular -si es que existe tal cosa-, y tú te pones donde quieras. Puedes ser más masculino o más femenino sin que eso te haga menos hombre, y lo mismo si eres una mujer. La masculinidad y la femineidad pasan a ser características meramente informativas, como ser rubio o ser moreno. No son cruciales. De hecho son bastante irrelevantes.

Esto es importante ahora y solo ahora porque antes todo estaba mal. Todo era una vergüenza y una deshonra. Una mujer no podía tener ideas propias, un hombre no podía apuntarse a clases de ballet, solo te podía gustar gente del género opuesto y demás mandangas. Pero ahora puede uno hacer lo que le dé la gana.

Por tanto puedes ser una mujer a la que le gusta coser, quiere tener hijos, juega al fútbol todos los jueves, y si pudiera se enrollaba con Natalie Portman y no con Robert Downey Jr.

Y puedes ser un hombre con exactamente esas mismas características.

Yo misma tengo como quince vestidos pero no me he comprado mi primer brillo de labios hasta pasados los treinta. Mis actividades deportivas son ultra femeninas (yoga, zumba, ballet) pero soy ingeniera informática. He tenido la suerte de haber nacido en una conjunción de época, país y familia que me permite escuchar podcasts de programación mientras monto un mueble sin que se cuestione mi orientación sexual ni mi salud mental.


El lugar del género no binario

A lo que yo voy con todo esto es a que no hay que elegir. Puede uno colocarse donde quiera dentro de ese rango de comportamientos ligados por la sociedad a lo varonil y a lo femenino, incluso cambiando de sitio constantemente, sin que ello haga a nadie más o menos hombre ni más o menos mujer.

Y esto, que está muy bien, me lleva a preguntarme, ¿entonces los no binarios dónde van?

Antes era muy fácil; yo no encajo en el patrón establecido para mi género, pero tampoco encajo en el contrario; me invento mi propio género o ausencia del mismo porque sois todos unos cansinos y no me dejáis hacer nada. Bien. ¿Pero ahora? Ahora hay total libertad para hacer lo que te salga del pie sin que ello condicione tu calidad femenina o masculina. ¿Tiene sentido establecer un nuevo género, cuando la sociedad civilizada parece estar avanzando en dirección a despojar a dichos géneros de casi todo su significado?

Dicho de otra manera, entiendo la lucha por que este espectro sustituya al sistema de cajita de hombres y cajita de mujeres, y entiendo también la lucha por establecer un tercer género que permita escapar de los estereotipos, pero no entiendo las dos luchas a la vez. Y la del espectro la veo mejor porque te permite ser quien tú quieras sin que nadie te etiquete ni te agrupe por cosas que no tienen sentido, como que te guste arreglar coches o escuchar a Taylor Swift.

He pensado que a lo mejor los no binarios están fuera de ese espectro completamente, pero eso querría decir que poseen cualidades, defectos, comportamientos y/o emociones que no caracterizan ni a hombres ni a mujeres, lo que les ubicaría casi como otra especie y además de ser un poco ofensivo no tendría mucha lógica.

Desafortunadamente dudo que este artículo llegue a un número de personas suficientemente grande como para que alguien no binario venga a contarme qué es lo que se me está escapando -porque es evidente que algo hay-, y me temo que sin una explicación de primera mano me va a costar mucho entender este tema aún siendo plenamente consciente de que probablemente no estoy viendo las cosas desde el ángulo adecuado -mira que lo estoy buscando pero no lo encuentro- pero bueno, quería exteriorizar mi confusión y ver si alguien puede iluminarme el camino un poco, porque de verdad que no entiendo nada.

Sed felices.



p.d. Vídeo (en inglés), por si queréis ver una explicación a grandes rasgos de lo que es ser no binario: https://www.youtube.com/watch?v=ruST0GPi68s


*No, no me vale que un hombre me diga que él se siente mujer y por tanto va a entrar en las duchas compartidas de mujeres.

sábado, octubre 05, 2019

Diecisiete: conflictos familiares y un montón de perros

Tenéis recién estrenada en cines españoles Diecisiete (Daniel Sánchez Arévalo, 2017), la entrañable historia de dos hermanos con una problemática relación (convincentes Biel Montoro y Nacho Sánchez) que se embarcan en una peculiar búsqueda de la que no os doy más detalles porque entonces os estaría contando media película y no es cuestión.

Diecisiete - Cartel

Aunque empieza con un ritmo un poco errático y a ratos es bastante cursi, la aventura de estos dos hermanos es sensible, divertida, y además salen vacas y un montón de perros -con la de puntos que da eso-. Además la relación fraternal está bien desarrollada y da que pensar acerca del efecto que una persona autodestructiva puede tener en su entorno, especialmente cuando su red familiar y de amigos es muy pequeña. Y creo que lo he dicho ya pero salen muchos perros.

Nacho Sánchez (Ismael) - Diecisiete

Diecisiete es una bonita historia con las pretensiones justas que no os podéis perder si tenéis ganas de ver cine ligero. Recomendada.

Podéis ver la rueda de prensa aquí, donde cuentan, entre otras cosas que al acabar el rodaje Biel Montoro dijo básicamente que el perro protagonista se lo quedaba él y punto. Más majos.

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