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Mostrando entradas de agosto, 2020

No corras después de cenar

Dado que desde marzo no hay casi ninguna actividad física que se pueda llevar a cabo sin arriesgarse a acabar en la UCI por culpa del Coronavirus del infierno, en marzo empecé a salir a correr. Aclaro eso sí que, mientras que al runner medio le da tiempo sin problemas a escuchar treinta y ocho podcasts y la discografía entera de Fleetwood Mac durante un entrenamiento, yo corro, en el mejor de los casos, quince insípidos minutos. Si algún día tengo que huir de algo la cosa va a acabar deprisa y bastante mal. En este contexto salgo a correr a las diez de la noche de un domingo, al acabar de cenar. Troto despacito porque ya os he dicho que soy una floja, recorriendo una calle paralela a la de mi casa. Tras cinco minutos y dado que es de noche y que uno de los fabulosos beneficios de ser una mujer es que el simple hecho de existir ya supone un peligro, me desvío para ir a una avenida principal. Entro en la calle que conecta con la avenida mencionada y noto algo raro en el pecho. Mmmmm res