Ayer fui al cine a ver La ladrona de libros (The Book Thief, Brian Percival, 2013).
No venía a hablaros de la peli, pero ya que estoy aquí, hago una crítica un poco deprisa y corriendo y así a lo mejor os ahorro pagar por ver este bodrio.
En los tiempos del dominio nazi, Liesel (Sophie Nélisse) vive con sus recién adquiridos padres adoptivos en la más absoluta de las miserias, cuando, por una antigua deuda de honor, su nuevo padre se ve obligado a acoger a un judío en su sótano (Ben Schnetzer). Y... um. Y ya. No pasa nada más. Mucho de Liesel lidiando con su madre (Emily Watson), que es una amargada de la vida; mucho de Liesel estrechando lazos afectivos con su padre (Geoffrey Rush), que es tan entrañable que da un poco de dolor de cabeza; más todavía de Liesel desarrollando una bonita amistad con su enamoradísimo vecino y compañero de clase Trudy (Nico Liersch) y aún más de Liesel descubriendo lo mucho que ama los libros de la mano de Max, el refugiado del sótano.
Menos mal que la niña lo hace bien, porque si no ya no habría quien viera la peli entera. De hecho, en general los actores hacen un buen trabajo. Además, estéticamente hablando es elegante; es bonita y esas cosas. Pero no, no merece la pena verla, más que nada porque es un rollo de los que hacen época; insípida y hueca a más no poder. Sólo libro el final, que me ha parecido bastante digno. Encima, con lo que mola el título, y luego resulta que lo del robo de libros es poco más que un detalle sin importancia en la película. Me siento estafada. Por si a alguien le quedan dudas, no recomiendo esta peli en absoluto.
Para compensar lo aburrido de la cinta, y de esto venía yo a hablaros, un grupo de espectadores ha animado la sesión.
He tenido que ver media peli teniendo sentados tres filas detrás de mí a un padre que hablaba a voz en grito y a los cuatrocientos niños que iban con él, que no paraban de reírse y de decir tonterías.
Les han mandado callar doscientas veces, se ha cabreado todo el mundo, y ellos han seguido tan panchos dando voces.
Así no se puede. Dos consejos podemos sacar de esta situación:
Primer consejo: No lleves a tus hijos al cine si no saben comportarse. Una cosa es que en una peli de dibujos el muchacho le grite algo al protagonista de vez en cuando, y otra es que tengas un mocoso cargante que no se calla ni debajo del agua. Y no utilices a los churumbeles como excusa para hacer lo que te dé la gana. Estoy harta de ver pelis infantiles en las que son los padres los que no saben estar callados.
Segundo consejo: Por el amor de Dios, no lleves a niños pequeños a ver un estreno cuyo cartel incluye una esvástica.
No me puedo creer que tenga que explicar esto, pero ir al cine con críos a ver una peli de nazis no es una buena idea. Si quieres que tus hijos se culturicen con respecto al entrañable universo judío en tiempos de Hitler, ponles un maldito dvd en casa, donde puedas parar de vez en cuando a explicarles todo lo que obviamente no van a entender, y donde el impacto de las cosas turbias que sabes que van a aparecer sea lo más pequeño posible.
Después de mucho rato de voces, risas, niñas trotando escaleras arriba y abajo, y otros agentes enervantes, percibo eso. Eso que me pone histérica. Eso que no puedo soportar en una sala de cine bajo ningún concepto, con ninguna excusa.
El padre está hablando por el móvil.
Yo no monto escándalos. De verdad. Suelo tener las ideas más o menos claras y le aguanto pocas chorradas a la gente, pero en general intento decir las cosas primero con amabilidad, por si la gente en cuestión no es consciente de que está molestando, o por si han tenido un día horrible, o por si no son muy listos y no entienden las normas básicas de conviencia en sociedad. Para que yo arme un lío, y sobre todo, para que yo le grite a alguien, me tienen que haber provocado muchísimo. Y cuando esto sucede mi sentido de la civilización huye volando libremente hacia tierras más prósperas.
Yo - Oye. OYE. ¿Estás hablando por el móvil? ¿Me lo estás diciendo en serio?
El tipo me ignora. La gente me mira. Hablo más alto.
Yo - EH. COLEGA. QUE SI ESTÁS HABLANDO POR EL MÓVIL.
Cenutrio - Sí, qué pasa.
Yo - PASA QUE DEJES DE HABLAR Y DE INCORDIAR A TODA LA SALA. ME ESTÁIS PONIENDO DE LOS NERVIOS. TODOS. TÚ EL PRIMERO, QUE SE TE OYE MÁS QUE A LOS NIÑOS.
Cenutrio - BUENO GUAPA PUES SI TE MOLESTO TE PONES UNOS TAPONES.
No. A ver. Esto no funciona así.
Tercer consejo: En el cine y en la vida, si sabes de sobra que te estás comportando como un cretino integral y alguien te lo echa en cara, discúlpate y deja de hacer el capullo. No te enfades y te crezcas, que con eso sólo dejas claro que, efectivamente, eres idiota.
Yo - ¡¡LLEVAS DÁNDOLE LA CHAPA A TODO EL MUNDO DESDE EL PRINCIPIO DE LA PELI!! ¿QUIERES QUE SALGA A AVISAR? - Miro a la gente de la sala, pero no sólo no tienen ninguna intención de apoyarme, sino que parece que me tienen muchísimo miedo. - PORQUE SALGO SIN PROBLEMA Y LES CUENTO LA SITUACIÓN.
Cenutrio - ¡PUES SAL! ¡¡SAL, VENGA!!
Fog, me agarra por un brazo, supongo que temiendo que entre todo lo que llevo en el bolso haya una granada de mano, y se gira hacia la incordiante prole.
Fog - A ver si estáis un poco tranquilos, ¿no? Que vaya rato nos estáis dando.
Vuelvo a mirar hacia adelante, con un cabreo descomunal, e intento relajarme.
A los cinco minutos el tipo baja por las escaleras hacia mi sitio y farfulla un montón de cosas que no entiendo porque el hombre es un garrulo de mucho cuidado y, entre otras cosas, no pronuncia.
Cenutrio - Wn asnelf isdnlkj alkjls eklofa. Jjas leoio lmle. HOEJOI ÑLÑ, JOIEL LAÑO QWO EL FJA LIK J OIF JEASEQ. ¡¡ONLS IPLIEFÑL JÑLIJ OFJ!! ¡¡¡AYSPOI!!!
Yo - ¿Eh? - Ya estoy más tranquila. El tipo me mira con ira y sigue diciendo incongruencias. - Que no te entiendo.
Cenutrio - QUE ESTOY AQUÍ CON DOCE NIÑOS Y SE ME HA PUESTO UNA NIÑA ENFERMA.
Yo - Ya. Me da igual. Lo arreglas fuera, donde no molestes.
Cenutrio - Y QUE SEPAS QUE NO TE CONSIENTO QUE ME HABLES ASÍ.
Yo - Y yo no te consiento que le amargues la película a cuarenta personas.
El tipo se va despotricando escaleras abajo. Estará muy cabreado, pero la conversación telefónica esta vez la mantiene fuera de la sala.
Al cabo de un rato vuelve. El resto de la película, todo paz y serenidad. Doce niños y un cretino callados como tumbas.
Para que luego me diga la gente que la violencia no conduce a ninguna parte.