¡Ah! ¡El campo!
El campo es vida. El campo es alegría. El campo es llegar a casa el fin de semana y encontrar una manada de hormigas salvajes corriendo por tu cuarto de baño. - ¡¡¡HORMIIIGAAAAAAAASSSS!!! Ésa he sido yo. Las hormigas no me dan miedo (al menos las negras, que no muerden), pero mis padres llevan meses estresados con que la mitad de los vecinos tienen hormigas, que no saben cómo quitárselas de encima, y que seguro que nuestra casa va a acabar en la misma situación. Estaba claro que iba a cundir el pánico, así que al menos me puedo divertir un poco fingiendo que me subo al carro de la histeria. El grito de socorro ha ido dirigido a mi padre, que se ha levantado y ha ido corriendo al cuarto de baño en cuestión. Mientras tanto, mi hermana y mi madre, que han escuchado la alarma desde la planta baja, suben a toda pastilla por las escaleras para comprobar la magnitud de la catástrofe. En menos de dos minutos mi madre ha bajado a la cocina y vuelto a subir con un cubo lleno de agua, la fregona,...