Entradas

Mostrando entradas de abril, 2013

Cafés Pendientes

Me dispongo a escribir un post que va a hacer que os caiga fatal a todos. Me diréis que soy una nazi, una egoista, y que a ver si soy tan lista el día que ande mal de pasta; pero si no doy mi opinión, me va a salir una úlcera de estómago, así que al tema: No sé si habéis oido hablar de una iniciativa llamada Cafés Pendientes. Por si no, yo os cuento de qué va el tema, y así además de cogerme manía podéis aprender acerca de este asunto. La iniciativa Cafés Pendientes consiste, básicamente, en que yo puedo ir a un bar con un amigo y pedir tres cafés, uno para mi amigo, otro para mí, y otro que queda pendiente. A partir de ese momento, alguien que no tenga dinero para pagarse un café podrá entrar, preguntar al camarero si tienen algún café pendiente, y tomarse el que yo dejé pagado hace un rato. Podéis leer la explicación original, mucho más poéticamente contada, aquí . La idea es estupenda, pensé al leer sobre ello la primera vez. Qué noble, qué guay, puedo echarle una mano

Kit de supervivencia

Siempre llevo dinero encima. No mucho, pero intento llevar siempre quince o veinte euros, por si decido sobre la marcha que quiero comer fuera de casa, o comprar algo inesperado, o por si me veo envuelta de repente en una persecución con la KGB que no me deja pasar por casa a buscar pasta para la huida. Pero, faltaría más, el día que me hace falta llevar dos tristes euros en el bolsillo, resulta que me he fundido todo lo que tenía en un sandwich de la máquina expendedora, y estoy sin un céntimo. ¿Por qué me hace falta dinero? Porque necesito un café. O un té. O cualquier cosa que me permita quedarme en un bar un rato. ¿Y por qué necesito quedarme en un bar un rato? Porque la he liado con las versiones de mi proyecto y ahora no funciona nada. Mi proyecto, cuyas versiones están pulcramente organizadas en carpetas comprimidas ordenadas por fecha y con un comentario adicional que indica el estado del programa en el momento en el que fue guardado. Pulcro e inmaculado, hasta que

Todo a... bueno, da igual. Vendemos zapatos.

Imagen
Hoy vengo exclusivamente a compartir esta maravilla de la congruencia que me encontré hace unos días en una zapatería: Con alegría. A lo mejor dentro hay otro cartel en el que pone "TODO 750€", ya total. Con gente así, no hay quien se tome al gremio escaparatista en serio. Lo que hay que ver. p.d. La novia virtual que he puesto esta semana en el pie del blog, aparte de ser un gadget tristísimo, no hace casi nada. He conseguido que reaccione poniendo jump, kiss, eat y dance , y cuando he visto que se quitaba la ropa de manera totalmente innecesaria, me he imaginado que sería más práctico probar con barbaridades, así que he comprobado que también reacciona con have sex,  touch yourself y lick . Algunos otros verbos también funcionan, pero la función representada es la misma, y mi mente no da para pensar más cosas sucias, así que si encontráis alguna otra reacción de la chica, me lo decís.

Radioaficionados (actualizado)

Hoy, durante la comida, mi tío Mariano y mi padre me han recordado una historia estupendísima: Hace un montón, mi padre era radioaficionado. Se enchufaban todos y hablaban entre sí, diciendo chorradas en clave y otras historias que tenían a mi madre hasta el cogote. Un poco como ahora chatear (aunque ya no lo haga nadie, pero entendéis el concepto), pero más molesto, porque por lo menos chatear se puede hacer en silencio y sin darle la tabarra a nadie. Un día, mi padre y mi tío se fueron con su radio, o transmisor, walkie-talkie o lo que puñetas usaran, a una peña, para poder coger señal y hablar con quien fuera. Pero no encontraron una señal aceptable, así que se fueron a otra peña más alta. Esa noche había una niebla horrorosa y eran como las tres de la madrugada, y a mitad de camino vieron que era peligroso seguir porque la niebla era demasiado densa, pero ya no podían dar la vuelta porque eso parecía todavía peor, así que siguieron subiendo. Resulta que unos días antes, la ET

Holy Molly Cross Malone

Hace unos días fui a McDonalds con Manzo. Uno con taburetes de colores, murales en las paredes y chorradas guays de ese tipo. Manzo señala al centro del local, muy emocionado. Ha localizado los sillones . Sillones de colores con unos brazos enormes, que giran . Yo - Esto es mala idea. - le digo a Manzo mientras me acomodo en uno de los sillones fluorescentes - . El otro día estuve con Paulaner en el Holy... Molly... um... ¿Cross? No sé, ése que era el Drunken Duck; nos sentamos en los sillones ésos de mafioso que tienen en la planta de abajo, y casi ni nos oíamos, porque los sillones eran tan grandes que estábamos al quinto infierno el uno del otro. Manzo - ¿El Molly Cross no es el que era antes el Holy Cross? INCISO Hay una serie de cervecerías en mi ciudad que -me parece- pertenecen a la misma compañía. La decoración es similar en todas, todo de madera, muy acogedor. Es probable que también tengáis algunas en vuestras respectivas ciudades, porque funcionan, como mínimo,

The Host (La huésped): alenígenas amables y humanos rebeldes.

Imagen
The Host - La huésped (The Host, Andrew Niccol, 2013) narra la historia de un planeta Tierra invadido por una cultura alienígena que coloniza los cuerpos humanos y se apodera de sus recuerdos, haciendo desaparecer a la mente que era dueña del cuerpo originalmente y llevando a la especie al borde de la extinción. La dificultad reside en que algunos humanos se resisten a ceder su cuerpo, forzando así la convivencia entre invasor e invadido en una misma mente durante un período de tiempo. Éste es el caso de Melanie Strider (Saoirse Ronan), una de las pocas supervivientes humanas que quedan, que es invadida por un alma (así se llaman los extraterrestres) llamada Wanderer. Wanderer empieza ayudando a los suyos y extrayendo la información que es capaz de encontrar en los recuerdos de Melanie, para así poder localizar a los humanos que estaban con ella, pero al poco tiempo no puede evitar desarrollar afecto hacia la familia de su portadora, decidiendo con ello traicionar a su especie e ir e