Ayer me apunté al gimnasio. No es un propósito de año nuevo, es que acabé los exámenes el miércoles y en época de estrés máximo no tengo tiempo ni para ir a comer a casa, con lo que me alimento a base de pinchos y bollos. En consecuencia, temo por la salud de mis arterias si no me meto para el cuerpo un poco de ejercicio salvaje, ahora que tengo tiempo.
La única opción que cuadraba ayer con mi horario era una clase de spinning.
INCISOPara el que no lo sepa, el spinning es un deporte que te tiene tres cuartos de hora pedaleando en una bici estática como si te estuviera persiguiendo el demonio -en otra bici estática, que si no, te coge seguro-, mientras un tipo subido en una tarima con otra bici pedalea como si también a él le fuera la vida en ello y, además, te grita órdenes de vez en cuando. Todo esto al ritmo de una música con un ritmo y un volumen que ya quisieran muchas discotecas de Ibiza.
FIN DEL INCISO18.55 - Entro en clase. Sólo hay otra chica. Bueno, seguro que ahora viene más gente.
19.00 - Llega el monitor y ahí no hay más alumnos -el gimnasio lleva abierto menos de un mes-, lo que significa que la opción de huir arrastrándome entre los sudorosos ciclistas estáticos sin que me pillen queda descartada. Mal asunto.
19.05 - Empieza la clase. Esto no puede ser tan difícil, ¿no? Ya lo he hecho antes. Ya lo he hecho antes y era la muerte... pero no pasa nada, si veo que me va a dar un chungo, yo me siento y pedaleo tranquilamente.
19.07 - No es para tanto, sólo hay que pedalear.
19.10 - ¿Eso que noto en la pierna es un futuro tirón?
19.13 - ¡No puede ser que no hayan pasado ni diez minutos de clase! Está claro, voy a morir aquí.
19.15 - Tenía que haber pedido la Selva Negra que me ofreció el camarero de postre, y no un estúpido zumo de naranja. Así mis posibilidades de desmayarme no serían tan altas.
19.20 - El monitor debe de visualizarnos claramente en el hospital, porque nos pregunta cómo vamos y qué ritmo queremos que lleve. Mi única compañera está asistiendo a su segunda clase de spinning. Gracias a Dios. El señor monitor promete que la clase será aceptablemente suave.
19.25 - Estupendo. El jefe ha cumplido su promesa. Sudo como un pollo, pero todo va bien.
19.30 - Creo que el monitor se aburre, porque nos pregunta si tenemos fuerzas para una
subida y un
sprint. Decimos que sí, lo tenemos dominado.
19.35 - El tipo de la tarima no para de gritar "¡¡ARRIBA!! ¡¡ATRÁS!! ¡¡BLOQUEO!! ¡¡DOS VUELTAS MÁS!! ¡¡VENGA CHICAS QUE NO QUEDA NADAAAA!!"
19.40 - Esto no puede ser bueno para la salud. A base de añadirle las vueltas que me han ordenado, no hay Cristo que mueva mis pedales. No pasa nada, piensa en positivo. Podría ser peor. Podrías ser el tío que da la clase, que tiene que hacer lo mismo que tú, pero gritando órdenes y palabras de ánimo, subido en una tarima para que el que quiera pueda mirarle el culo en los espejos. Siempre puede ser peor.
19.45 - Alguna mente sabia decidió que el spinning no podía durar una hora y se dejaron las clases en 45 minutos. Hemos sobrevivido. Mañana no voy a poder moverme, pero he hecho la clase entera y estoy orgullosa de mí misma.
Que conste que las tres primeras clases son el horror, pero luego te acostumbras y las haces tranquilamente. O eso recuerdo de épocas pasadas, al menos. El lunes voy a otra, a ver qué pasa :D