Siete II

Después del comienzo de la noche del pasado 2 de junio, con muchas copas y guiris alcoholizadas, la noche continuó tal que así:

Son las 2 de la mañana y hay que irse del antrazo aquél de la barra libre.

Yo - Mmmmm tengo hambre...
Fog - ¿Tú? ¿Hambre? Qué raro...
Yo - Déjame. Quiero una máquina expendedora...
Fog - Podemos ir a las de al lado de La Perla Negra.
Yo - ¿Las? ¿Hay varias?
Lilypad - ¿¿No conoces las supermáquinas expendedoras de esa calle?? ¡Son geniales!
Fog - Lo son.
Lilypad - ¡Venden de todo!
Fog - Son lo mejor, tan pronto te venden champú, como condones, como un bocata.

Bueno, aquello debe de ser la DisneyLandia de las máquinas expendedoras.

Yo - Yo quiero comida. Si ahí hay comida, yo voy.
Lilypad - ¡Vamos! ¡Vamos!

Y allá que nos vamos los tres, junto con Pieters, que se sube al carro.

Tremendo. Eso no son máquinas, eso es un supermercado a monedas. Hay muñecos hinchables (muñecas también, pero los muñecos eran mucho más graciosos), chocolatinas, latas de fabada, fustas y un millón de cosas más que permitirían vivir allí a cualquiera con todo tipo de comodidades.

La venta de látigos me hace gracia, pero no me quita el hambre, así que me pongo a buscar una máquina que venda algo útil. Y entonces llega... ella.

- ¡¡Hola chicoooossss!! ¡¿Os venís a la Perla Negra conmigooo?!
Yo - Es que nuestros amigos están yendo a Camelot... me parece que no va a poder ser.
- ¡Pero si tenemos copas muy baratas! ¡Id a buscar a vuestros amigos y os los traéis!

Pieters - Mira, Natalia, que no podemos ir contigo, que nuestros amigos ya estarán en el otro bar.
Yo - ¿Se llama Natalia?
- Qué va, me llamo Annie.

???

Annie - Venga, a buscar a vuestros amigos.
Fog - Pero Annie, ¿no ves que estamos haciendo la compra? No puedes molestar así a la gente mientras hace la compra...
Annie - Pero mirad, si mi jefe está desesperado, vosotros le pedís chupitos gratis, y él os da chupitos gratis.

Empezamos a sospechar que Annie no se va a marchar jamás.

Fog - Tú vas a comisión, ¿a que sí?
Annie - Venga, decidles que vengan.
Yo - Que sí, luego, luego se lo decimos.

Compro un Sneakers y nos largamos de allí corriendo antes de que la relaciones públicas del infierno nos persiga.

Entramos en Camelot, donde están los demás, y nos encontramos con tres extranjeras enfundadas en minivestidos de tallas muy inferiores a las que serían apropiadas, con lo que tres chicas que habitualmente serían pibones exuberantes dan toda la impresión de ser prostitutas cabreadas... ¿cabreadas por qué? Porque mis amigos siguen metiendo fichas con las guiris iniciales, y a ellas no les hacen ni caso... pobres... yo me perdí esa parte, pero por lo visto se pusieron de lo más agresivas con nuestras extranjeras. Cómo nos ponemos.

¿Desenlace?

GuiriBorracha#2 y GuiriBorracha#3 pillan esa noche, y GuiriBorracha#1 no consigue nada de nada porque se empeña en tirarse a Albert, que tiene

a) Una novia y
b) Un convenio conmigo por el cual él me libra de los babosos pesados que aparecen de madrugada y yo le quito a él de encima a las tías cansinas que no le dejan en paz.

Y eso fue todo, o casi... mis compañeros son unos alcohólicos, pero las juergas con ellos no tienen precio.


p.d. Sólo decir que Annie volvió a aparecer de la nada por la calle para acosarnos otro rato.

Comentarios

  1. Esto... ¿un látigo en una máquina expendedora...? Ah, mi inocencia nocturna...

    La mezcla de nombres de Natalia y Annie no la termino de ver clara...

    ¿Y cómo va el estudio del italiano...? ¿A que lo vas a sacar...?

    ResponderEliminar
  2. Blubel, ya te digo, son unos alcohólicos que no veas xD
    Juan, y la de cosas que no recuerdo... juraría que tenían una expendedora de dvds porno, pero tenía hambre y no le presté atención. Y la relación entre los nombres no la ves porque no existe xD
    El italiano ahí anda, voy avanzando y todo. Esperemos que salga bien el asunto :)

    ResponderEliminar
  3. jaja! Soy taaanto de las historias que pasan de noche!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Peter Pan: análisis I

Peter Pan: análisis III

The Equalizer (El protector): tiros, prostitutas y clichés