Cómo contraer disentería

Dejadme que os cuente algo que no tenga que ver con cine, a ver si así evitamos que nos dé una sobredosis:

Hace no mucho una amiga me invitó a una barbacoa en su casa, y allí conocí a una encantadora pareja española que convirtió la habitualmente agotadora experiencia de acudir a una fiesta en la que no conoces a nadie en una tarde de lo más entretenida. Vamos a llamarles Sandy y Danny.

Entre unas cosas y otras acabamos hablando de mi deleznable excompañera de piso, lo que nos adentra en el sórdido tema de los malos habitantes en casas de alquiler. Así me entero de que el padre de Danny trabaja adecentando propiedades entre un inquilino y el siguiente.

Danny - Si te digo las cosas que he visto en esos pisos, uf -Danny ayuda a su padre con algunos trabajos-. Mira, una vez fuimos a vaciar el piso entero, a deshacernos de los electrodomésticos viejos y eso, y cuando abrimos la nevera ahí se movía todo.

Me estaba quedando yo sin material para mis pesadillas. Gracias Danny.

Yo - NO FASTIDIES QUÉ ASCO.
Danny - Ya te digo.
Yo - ¿Y qué hicisteis?
Danny - Pues precintar la nevera y deshacernos de ella cerrada.

Gente de recursos. Yo me habría ido a llorar a un rincón.

Yo - Aaahh pues sí, qué buena idea. ¿Y eso es lo peor que has visto?
Danny - Uy, qué va. Nos hemos encontrado lefazos en las paredes -Oh virgen santísima. ¿Es "lefazo" la palabra más desagradable que he escuchado en lo que va de año? Yo digo sí-.
Yo - PERO QUÉ DICES.
Danny - Te lo prometo.
Yo - ¿Pero en qué momento alguien siente la necesidad de eyacular en una pared?

Estoy pensando ahora mismo que igual debería dejar de juzgar a la gente. El amor no tiene fronteras y a lo mejor los muros de la casa eran súper sexys.

Sandy - Eso es para fastidiar al dueño, claro.
Yo - No sé si el inquilino es gentuza o si el casero es un hijo de Satanás y se lo ha ganado a pulso. He visto de todo.
Sandy - Mira, yo me he encontrado a unos cuantos caseros que se merecen eso y más.
Yo - En realidad yo también -les cuento lo de mi acogedora casa en Hounslow-. Pero nunca hago nada porque no quiero perder la fianza.
Sandy - Uy, hay maneras.

Mi sentido arácnido me dice de que estamos a punto de aprender algo fascinante a la par que increíblemente útil.

Yo - Por favor.
Danny - Mira, compras casquería. Restos de pescado y marisco y eso. Desmontas las luces que van integradas en el techo, metes ahí todo y vuelves a cerrar. Al cabo de unos días, cuando tú ya no estés allí, la peste será insoportable y el casero se volverá loco buscando el origen del olor.

Madre mía. Es horrible y brillante a la vez. En serio.

Yo - Si la gente a la que se le ocurren estas cosas usara sus superpoderes para hacer el bien habíamos curado el cáncer ya. Me lo apunto para un momento de crisis.
Sandy - Pero vamos yo lo que os iba a contar es sobre una compañera de piso que tuve, que era lo peor.
Yo - ¿Era lo peor por qué? ¿Otra cerda, como Bonnie?
Sandy - No, ésta es que estaba loca; cuando se aburría montaba bronca.
Yo - ¿Bronca sobre qué? ¿Contigo?
Sandy - Sobre todo con otro de los compañeros; se iba a su habitación y le gritaba por lo primero que se le ocurriera.
Yo - Menuda colgada. ¿Y qué hiciste?

Danny sonríe de oreja a oreja.

Danny - ¿Les vas a contar la peor?
Sandy - Sí.
Danny - Se lo cuento yo.
Sandy - Vale.
Danny - Pues lo que hacía Sandy era...

Este trozo de conversación me lo voy a saltar.

Sandy - DANNY ESA HISTORIA NO ERA YO DECÍA LA DEL CEPILLO DE DIENTES CÓMO CUENTAS ESO.
Danny - ¡Anda! Vaya, pensé que te referías a la otra.
Sandy - NOOOOO.

Entre risas y recuperándome de la batallita que, repito, no os pienso contar, le pido a Danny que me explique lo que sea que me fuera a decir inicialmente.

Sandy - Pues mira, un día me tenía ya tan hasta los cojones que me fui al baño, cogí su cepillo de dientes y... -Sandy hace un gesto circular, paralelo al suelo, con la mano-.
Yo - Y qué. Qué quiere decir eso. QUÉ HICISTE CON EL CEPILLO DE DIENTES.
Danny - En el servicio -imita el movimiento circular de Sandy-.
Yo - NO -Sandy y Danny se parten-.
Sandy - Sí.
Yo - ¿¿Pasaste el cepillo de dientes por dentro del servicio en serio??
Sandy - Que la tía era lo peor. Se lo merecía.


Y esa es la historia de hoy. La moraleja es que si cabreáis a vuestros compañeros de piso igual mágicamente contraéis disentería.

Sed felices y acordaos de lavaros los dientes antes de iros a dormir. En breve vuelvo con más críticas.

Comentarios

  1. la palabra 'lefa' la decían en mi colegio, hace ya más de veinte años. creía que estaba en desuso.
    yo no habría soportado a una compañera de piso que entrase en mi habitación a montarme el pifostio, con lo susceptible que soy. aun así, lo del cepillo no se lo haría ni a mi peor enemigo, qué asco, dios. :S
    y lo de la nevera en la que afloró vida de la materia orgánica, también es bastante creepy. :P

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo recuerdo oírla de adolescente también, y ya me parecía una palabra espantosa jajajaja
      Yo con compañeros de ese tipo creo que también perdería la paciencia bastante rápido. No me ha tocado ninguno de ese tipo aún, pero no nos confiaremos por si acaso :D

      Eliminar
  2. Cielo santo... menos mal que siempre me he llevado bien con los compis de piso que he tenido porque hay gente con muy mala gaita.
    Eso sí, ahora quiero saber la parte que has censurado (o tal vez no quiero saberla, no sé). Besotes!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jajaja esa parte no te la puedo contar, tengo que proteger la dignidad de Sandy :)

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Peter Pan: análisis I

Peter Pan: análisis III

The Equalizer (El protector): tiros, prostitutas y clichés